Ariadna era hija del rey de Creta Minos y de Pasífae. Cuando el héroe ateniense Teseo llegó
  a Creta dispuesto a matar  al Minotauro, Ariadna  lo vió y se enamoró  de él.  Gracias a su
  ayuda Teseo logró salir del laberinto donde estaba encerrado el monstruo. La joven le había
  dado un ovillo que el héroe fue soltando al entrar. Después de cumplido su objetivo el hilo
  le indicó el camino de regreso.
	
  Ariadna se escapó con Teseo en su nave con dirección a Atenas.   Hicieron una escala  en la 
  isla de Naxos y, mientras la joven dormía en la playa, el  héroe partió rumbo a su  destino 
  abandonándola, posiblemente impedido por una orden del Destino ya que la joven no le estaba 
  destinada.
  No tuvo Ariadna ocasión de lamentar por  mucho tiempo el  abandono de  su amado  porque muy 
  pronto el dios Dioniso-Baco apareció por el aire conduciendo un carro tirado por panteras y 
  rodeado de su cortejo de sátiros, ménades y Sileno. El dios quedó fascinado por la  belleza 
  de Ariadna y la tomó por esposa conduciéndola al Olimpo.
 
  Como regalo de boda le dio una diadema de oro, obra del dios Hefesto-Vulcano, que más tarde 
  fue convertida en constelación y conocemos como Corona Boreal.
