LA  CREACIÓN  SEGÚN  LOS  ABORIGENES  AUSTRALIANOS



- Introducción

La creación y la ordenación del Mundo, en la mitología de los pueblos nativos australianos, se explica mediante relatos mitológicos que tienen como protagonistas a seres legendarios, dioses y héroes ancestrales. Del mismo modo que ocurría con los mitos africanos o con la cosmogonía clásica, el origen del mundo y su forma, tal y como la conocemos, se debe a la intervención de seres mágicos y dioses primitivos, cuya actuación permite no sólo que exista nuestro mundo, sino también la vida en él. De igual modo, estos relatos mitológicos ayudan a comprender el origen de ciertos fenómenos naturales o el origen de ciertas costumbres y normas sociales, justificándolas. De forma que estos mitos, acompañados de los correspondientes rituales, ayudaban a conservar este orden establecido, tanto desde el punto de vista natural como desde el punto de vista social. En estos relatos nos centraremos en esas leyendas y creencias comunes de la mayor parte de los aborígenes australianos: la estructura del Universo, leyendas sobre el orígen de algunos cuerpos celestes, el "Tiempo del Sueño", la historia de Biame y el relato de la Madre Serpiente.



- El Tiempo del Sueño

Como ya hemos explicado, dentro de la mitología aborigen australiana, los mitos de la creación ocupan un lugar muy importante. La creación y ordenación del mundo tuvo lugar en un período mitológico y sobrenatural, conocido como "Alchera", Dreaming o Dreamtime, cuya traducción literal es "Tiempo del Sueño". En este tiempo mágico la Tierra tomó forma y la vida surgió en ella. En la mayor parte de las leyendas que hablan del Dreaming, se relatan los viajes de los espíritus ancestrales, llamados Wondjina, que crearon el mundo tal y como lo conocemos, con sus ríos y sus rocas, las estrellas y dieron vida al ser humano, a las plantas y a los animales. Posteriormente, durante el Dreamtime, estos espíritus, viajaron libremente por Australia y después de transmitir a lo seres humanos los conocimientos necesarios para su supervivencia y para el mantenimiento del orden establecido, los Wondjina desaparecieron dentro de la Tierra y habitan en las formas del mundo natural que crearon: rocas, pájaros, ríos, etc...

En la mayoría de estos mitos, la Tierra surgió de la materia preexistente y el paisaje fue paulatinamente transformado por la acción de unas criaturas con forma parecida a la de gigantes serpientes. Estas "serpientes" fueron levantando, horadando y retorciendo el terreno existente, y a medida que lo hacían iban configurando el paisaje actual. Estos seres ancestrales, que dieron forma a la Tierra, surgieron de la propia Tierra.
Al "Tiempo del Sueño", también se puede entrar en el presente mediante la práctica de ciertos rituales, utilizando tótems. Así, la conservación de los mitos y la práctica de los rituales se mantiene en cierto modo, la continuidad de este tiempo sobrenatural, tan importante en la mitología aborigen, y garantiza también la continuidad de la vida.



- Biame, el Gran Dios Espíritu y otros dioses creadores

Dentro de los mitos de creación, puede que el más extendido entre los pueblos nativos australianos sea el de el dios Biame, también conocido bajo los nombres de Balame, Byamee o Biame, que procede del vocablo biai, "hacer". Este dios ancestral es conocido como "El más Grande" o "El Creador" y es el responsable de haber creado por primera vez la Tierra.
Uno de estos relatos sobre Biame resulta tener cierto contenido moral, además de justificar la necesidad de que todos los seres de la Tierra permanezcan unidos, siendo todos iguales. Este relato, nos cuenta que Biame estableció tres tribus diferentes de seres vivos para poblar la Tierra. En primer lugar creó la tribu de los animales y habitantes del suelo; en este grupo encontramos seres de tamaños y formas diversas, desde los reptiles que se arrastran por el suelo, hasta los canguros y los koalas. En segundo lugar, creó a la tribu de los pájaros, integrada por curiosas aves de todas las dimensión y colores. En último lugar, dió vida la tribu de los peces que poblaron los ríos, los lagos, las charcas y los amplios mares. En medio de estas tribus vivía una extraña criatura, llamada platypus que compartía cualidades con cada uno de esos grupos; así, tenía piel como los animales, ponía huevos como los pájaros y nadaba como los peces. Este ser tenía amistad con las tres tribus, que pronto sintieron una gran admiración y respeto por él. Según cuenta la leyenda, un desafortunado día las tribus empezaron a discutir sobre cuál de ellas era la mejor. La discusión se volvió tan enérgica, que la lucha estalló y los grupos se separaron. Cada una de las tres tribus invitó a platypus a que se uniera a ella; primero la de los animales, con el gran canguro Bagaray a la cabeza, después la de los pájaros liderada por Buntil, el gran águila y finalmente los peces, con Goodoo al frente. Platypus agradeció a todos su interés y tras meditar unos instantes, respondió: "Animales, me gustaría unirme a vosotros, ya que tengo piel como vosotros; pájaros, pongo huevos como vosotros y como gusanos y me gustaría unirme a vuestra tribu; peces, nado con vosotros diariamente y somos grandes amigos. Es una decisión muy difícil, pero he considerado que no me uniré a ninguna como tribus separadas; sin embargo me uniré a todos vosotros como parte que sois de mí, del mismo modo que yo soy parte de todos vosotros por lo tanto ningún grupo o tribu es mejor que otra, ni yo tampoco. Cada uno de vosotros sois especiales y únicos en vuestra existencia".
Como hemos indicado al comienzo del relato, esta leyenda tiene un contenido moral muy importante en la vida aborigen australiana: todos los seres de la Tierra son iguales y deben permanecer unidos.

Otra leyenda de Baiame, nos cuenta como el dios después de crear la Tierra, creó al primer hombre y a la primera mujer a partir del barro y el polvo. Según cuenta este relato legendario, antes de desaparecer, el dios indicó a la pareja, aquellas plantas que podían comer, advirtiéndoles que tenían prohibido comer animales y les dejó en un lugar muy bueno. La lluvia y el sol daban vida a las plantas, cuyo fruto servía de alimento a esta pareja y a su creciente prole. Pero un día la lluvia cesó y, por vez primera, en la Tierra se supo lo que era el hambre. En un momento de desesperación el hombre se atrevió a matar a un animal, un canguro, que compartió con su hambrienta esposa. La pareja ofreció parte del novedoso sustento a un amigo enfermo y debilitado por la falta de alimento. Sin embargo, el hombre rechazó la oferta y, advirtiéndoles de su error se marchó. Por su parte, la pareja continuó con su festín, tras lo cual siguieron las huellas tambaleantes de su pobre amigo. Le encontraron a los pies de un eucalipto al otro lado de un río de fuerte corriente. Desde la otra orilla la pareja, contemplaba a su amigo y, cuando estaba a punto de marcharse, quedó estupefacta y aterrorizada ante la visión de una figura negra, mitad humana, mitad bestia, que saltando de las ramas de aquel árbol, se abalanzó sobre el cuerpo de su inmóvil amigo. Aterrorizados el hombre y su esposa, vieron como aquella figura horrible, se llevaba a su amigo y desaparecía. De repente, una gran humareda salió del árbol, tras lo cual se escuchó un ruido desgarrador, como si el árbol se rompiese sólo y sus raíces se despegaran de la tierra. El árbol se levantó y se alejó de la pareja volando hacia el sur. Así es como según la mitología de los aborígenes australianos, por primera vez en la Tierra, la muerte llegó a un hombre. Un ser humano había perdido la vida a manos de una criatura llamada Yowee que es el Espíritu de la Muerte. En este relato vuelve a ser interesante el matiz moral de su contenido, ya que la primera vez que muere un ser humano, puede ser vista como un castigo por haber matado un animal incumpliendo las normas establecidas por el creador. Ciertamente es un final triste, porque el mundo ideado por Baiame se ve repentinamente truncado por la ruptura del equilibrio inicial y se abre camino una nueva creación.



- La Serpiente Arco Iris o la Madre Serpiente (Rainbow Serpent)

Otro de los mitos de creación más extendidos y conocidos entre los aborígenes australianos es el de la "Madre Serpiente", también llamada "Serpiente Arco Iris". Esta divinidad ancestral es la personificación de la fertilidad, la diosa de la lluvia y tiene poderes para dar vida. Según cuenta la leyenda, al principio la Tierra era un espacio vacío y llano, en cuyo interior descansaba la "Gran Madre Serpiente" que permaneció en un profundo sueño durante muchísimo tiempo. Repentinamente se despertó y reptó por el interior de la Tierra hasta llegar a la desierta superficie. Comenzó a recorrer la Tierra y, a medida que avanzaba, tal era su poder, que provocó una gran lluvia, formándose lagos, ríos y pozos de agua. Cada sitio que visitó lo nutrió con la leche de sus pechos rebosantes, haciéndolo fértil y una frondosa vegetación creció en la Tierra antes yerma. Grandes árboles con frutos de muchos colores y formas brotaron de la tierra.
La diosa introdujo su nariz en el suelo, levantando cadenas montañosas y abriendo profundos valles, mientras que otras partes las dejó lisas y desiertas. La "Madre Serpiente" regresó entonces a la Tierra y despertó a los animales, a los reptiles y a los pájaros que poblaron por vez primera la Tierra, y finalmente creó a los peces. Por último, según cuenta la leyenda, la diosa extrajo de las entrañas de la propia Tierra a la última de las criaturas, el ser humano. De la "Madre Serpiente" los seres humanos aprendieron a vivir en paz y armonía con todos las criaturas de la creación, ya que eran sus primos espirituales. Además, la diosa enseñó al hombre la vida tribal, a compartir y tomar de la Tierra solamente aquellos bienes que necesitasen, respetando y honrando a la Naturaleza.
Según esta leyenda, gracias a la "Diosa Serpiente", hombres y mujeres aprendieron a convivir como hermanos con la naturaleza y también aprendieron que cada elemento había sido colocado por la diosa en equilibrio. El ser humano entendió que su papel era el de guardián y protector de ese equilibrio y que debía transmitir este conocimiento de generación en generación. Antes de desaparecer, la "Madre Serpiente" advirtió que si el hombre abusaba y mataba por placer o por gula, encontraría al culpable y le castigaría.
En algunas variantes de este mito, la "Madre Serpiente", llamada "Madre Eingana" vivía, y aún vive, en el "Tiempo del Sueño", de donde regresa en algunas ocasiones para crear más vida. Según esta versión, la serpiente primigenia, que carecía de vagina, se sentía torturada por su embarazo, por lo cual empezó a girar y a revolverse. El dios Barraiya, que la vió, la pinchó cerca del ano para que pudiese dar a luz y todas las criaturas que llevaba en su vientre pudiesen nacer. Del mismo modo es considerada como la "Madre Muerte" y según este mito, la diosa Eingana tiene un nervio conectado o atado a cada una de sus criaturas y cuando lo deja marchar esa vida se detiene. Siguiendo este planteamiento, si esta diosa muriese, todo dejaría de existir.



- Yhi, la diosa creadora de los karraur

En la mitología de los karraur, Yhi es una divinidad de primer orden, ya que es la diosa creadora. Según cuenta una leyenda de estos aborígenes australianos, la diosa permanecía dormida en el "Tiempo del Sueño" antes de la creación de nuestro mundo en un lugar pacífico y de montañas tranquilas. Un susurro repentino, desveló a la diosa que dió un gran bostezo y abrió sus ojos, inundando al mundo con nueva luz. Yhi descendió a esta nueva Tierra iluminada por su luz, recorriéndola de este a oeste y de norte a sur. A medida que la diosa caminaba, las plantas brotaban bajo sus pies y no descansó hasta que hubo recorrido cada centímetro de tierra y todo quedó cubierto por un manto verde. Cuando terminó, la diosa fue a descansar y mientras contemplaba su reciente creación, se percató de que las plantas no podían moverse y en aquel momento le apeteció ver algo que pudiese agitarse graciosamente. Con la idea de crear estas nuevas criaturas, la diosa descendió a la Tierra y tuvo que enfrentarse a unos espíritus malignos que intentaron acabar con su vida. La diosa, más poderosa y fuerte, derrotó a estos espíritus y la calidéz de la diosa se mezcló con la oscuridad, surgiendo unas diminutas formas de vida que empezaron a moverse por allí. Esas forma de vida se transformaron en danzarinas mariposas, juguetonas abejas y otros insectos que comenzaron a revolotear en torno a la diosa. Pero en este mundo luminoso y vivo, aún había cuevas oscuras y heladas; sobre ellas la diosa esparció también su mágica luz y en el interior de las cuevas formó agua. Pronto vió como aparecían nuevas criaturas: peces y lagartos que se deslizaban por el agua. La diosa había derrotado definitivamente a la oscuridad y el nuevo mundo se llenó de pájaros y animales que poblaron la Tierra, llenándola de vida. Por otro lado, el mito de los karraur sirve para explicar la salida y la puesta del sol. Cuando el mundo estuvo lleno de luz y de vida, Yhi dijo a las criaturas que ella se marchaba, bendiciéndoles con el cambio de las estaciones, y prometiéndoles que cuando muriesen se encontrarían con ella. Entonces, la diosa se transformó en una potente bola de luz y se alzó en el cielo, para desaparecer después en el horizonte. Todas las criaturas de la Tierra se asustaron porque a medida que Yhi desaparecía, la oscuridad llenaba la Tierra. Poco a poco, las criaturas fueron quedándose dormidas en la nueva oscuridad de la noche, para ir despertando lentamente ante la luz de un nuevo amanecer.
Lo que pronto supieron las criaturas, es que Yhi nunca iba a abandonar totalmente su creación y que tras anochecer, volvería a aparecer por el este, día tras día. Sin embargo, la diosa tuvo que regresar una vez más a la Tierra, ya que los animales empezaron a estar descontentos con sus formas, a ser infelices y a pedir a la diosa que satisficiese sus deseos.
Así, según cuenta la leyenda, Yhi descendió sobre la superficie terrestre y preguntó a las criaturas qué necesitaban: el murciélago quería alas, la foca quería nadar... Yhi les dijo que cumpliría sus deseos, sólo por esta vez y a cada uno le concedió lo que deseaba. Así es como, de los seres ancestrales con formas bellas de la anterior creación, surgieron las extrañas criaturas de nuestra Tierra.
A esta diosa también le atribuyen los karraur la creación del hombre y de la mujer. Yhi había creado primero al hombre, que rodeado de plantas y animales, vagaba por la Tierra y se sentía sólo ya que ni bestias ni vegetales se parecían a él. Una mañana la diosa se acercó a él, mientras descansaba cerca de un árbol y tenía insólitos sueños. A medida que se despertaba de su profundo sueño, vió la flor del árbol brillando a la luz del sol. Atónito el hombre pudo contemplar el auténtico poder de Yhi actuando sobre el tallo de la resplandeciente flor. Repentinamente el tallo empezó a moverse y tomó aliento. De improviso, la flor mudó de forma y se convirtió en una mujer, que emergió pausadamente desde la luz. Así apareció la primera mujer de la creación.



- Conclusión

Después de aproximarnos a este conjunto de relatos legendarios ligados a la creación y ordenación del Mundo, según la mitología aborigen australiana, podemos apuntar una serie de rasgos comunes entre tanta diversidad. En primer lugar, en la mayoría de dichos relatos, la creación tiene lugar en un período mítico, llamado "Dreamtime" (Tiempo del Sueño), en el cual habitan los espíritus ancestrales encargados de la creación. En segundo lugar en estos mitos, ya sea el de Baiame o el de Yhi, el dios protagonista es el autor de toda la creación: Tierra, animales y ser humano; es decir: da forma a la Tierra, la llena de vida vegetal y animal, y crea al ser humano. Por otro lado, puede desprenderse otro rasgo común a muchos de estos mitos, que es el desarrollo de la creación y ordenación del Mundo en distintas fases, más o menos marcadas según el relato. Así, en un primer momento la divinidad creadora, da forma a la Tierra, levantando montañas, creando la lluvia y disponiendo lagos y ríos. Después da vida a los seres que pueblan la Tierra, también siguiendo un orden evidente: primero crea el manto vegetal de la Tierra, surgiendo espacios verdes con frondosos árboles, seguidamente crea a los animales, después a los pájaros y finalmente a los peces. Por último, crea al ser humano, primero al hombre y después a la mujer.
Para finalizar señalamos otro aspecto común en todos los relatos mitológicos, fundamental para comprender el modo de vida tradicional de los aborígenes australianos. En la mayoría de estos mitos se aprecia un contenido moral de vital importancia: el respeto y la vinculación con la Naturaleza, de la que todos forman parte. Al final de cada relato podemos apreciar que la divinidad creadora, transmite al hombre una serie de conocimientos: el fuego, el uso de algunas herramientas (cuchillo o boomerang), normas de convivencia (matrimonio, modo de vida tribal...). Entre el conjunto de conocimientos, se halla esa admiración por la naturaleza y la idea de que todos los seres son de igual importancia para el equilibrio natural y todos forman parte de una entidad mayor, la Naturaleza. De estas enseñanzas se extrae el papel que debe cumplir el ser humano, honrar a la Naturaleza y mantener su equilibrio, mediante la práctica de rituales y transmisión de esos conocimientos. Estos mitos y ritos garantizan el mantenimiento del orden establecido y permiten al aborigen australiano descubrir su lugar en el Mundo.(*)



(*) Mircea Elíade: Historia de las creencias y de las ideas religiosas/ Mircea Eliade.1978. Madrid, Ediciones Cristiandad. (4 vol.)



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